12 de juny 2010

Del llibre que us deia l'altre dia...

[..]  Los sorbetes estaban cómo diría yo..., deliciosos.  Tonificado, mi príncipe azul ha venido a sentarse a mi lado en el momento del café.
Tan cerca que es ya una certeza. Son medias con liguero lo que llevo. Ha notado el pequeño enganche arriba en mi muslo.
Sé que en ese preciso momento, ya no sabe ni dónde vive.
Me levanta el pelo y me besa en la nuca, en el huequito que hay detrás.
Me susurra al oído que le encanta el bulevar Saint-Germain, que le encanta el borgoña y los sorbetes de casis.
Le beso el pequieño corte. Con todo el tiempo que llevaba esperando ese momento, me aplico.
Los cafés, la cuenta, la propina, nuestros abrigos, todo eso ya no son más que detalles, detalles, detalles. Detalles que no estorban.
Nuestras cajas torácicas se disparan.

Me tiende mi abrigo negro y entonces...
Admiro el trabajo del artista, chapeau, muy discreto, apenas visible, muy bien calculado y aún mejor realizado: al colocarlo sobre mis hombros desnudos, que se le ofrecían suaves como la seda, encuentra la décima de segundo necesaria y la inclinación perfecta hacia el bolsillo interior de su chaqueta para echar una ojeada al buzón de mensajes de su móvil.

Vuelvo a la realidad. Del golpe.
Será traidor.
Será ingrato.
¡¡¡ Pero qué acabas de hacer, desgraciado!!!
¡¿Pero de qué te preocupabas cuando mis hombros estaban tab redondos, tan cálidos y tu mano tan próxima?!
¿Qué asunto te ha parecido más importante que mis senos que se ofrecían a tus ojos?
¿Por qué cosa te dejas importunar cuando yo esperaba tu aliento sobre mi espalda?
¿No podías toquetear tu maldito chisme depués, sólo después de haberme hecho el amor?

[...]

Gran Anna Gavalda...

P.D. la reproducció d'aquest fragment no té cap intenció comercial ni de benefici propi. Només pretenc compartir les línies que més m'han fet riure, del que he llegit en els darrers mesos..